Capítulo 4

Llevo siendo detective desde hace muchos años y nunca me dio por saber la definición exacta de la palabra asesino.
Para mí, solo tenía un significado: Persona que mata a otra.
Tras este caso, me dio por mirarlo en un diccionario. Lo que había escrito en él me sorprendió.
Algún día lo contaré…
-Total, tenemos a un detective aquí, y de nada nos sirve. ¡No sirve usted para nada, es un completo inútil! –chilló Buin.
-¡No diga eso! –dijo Rosa.
-Es cierto, no diga eso, el señor Cortés nos librará de esta, ya lo verá, -comentaba Julián.
Aquellas palabras no duraron mucho. Algo pasó.
¿El qué?
Os sorprenderá.
Por la ventana rota anteriormente, apareció “algo”.
Mister XI, o lo que quedaba de él.
Como un destello, un cuerpo cayó del balcón del piso de arriba, estando este encima del ventanal roto.
Una imagen un tanto grotesca, por supuesto.
En menos de tres segundos nos plantamos casi todos en la ventana, solo para comprobar que nuestros peores temores se iban a cumplir.
Aquel cuerpo era el de nuestro desaparecido, el buen anfitrión, Mister XI.
Salté por la ventana hacia fuera, toqué su cuello con una mínima esperanza de que hubiera pulso…
No lo había.
Cadáver, Mister XI descansaba en paz.
¿Motivo de la muerte? Por lo que se veía en su cuello, en esas marcas, nuestro anfitrión había sido estrangulado.
-¿Cómo murió, señor detective?-me preguntó Rosa.
-No lo sé exactamente, pero parece que lo estrangularon con un tipo de cuerda. No fue una muerte rápida precisamente…
-Vaya…
-De todas formas, la forma en la que muriera da un poco igual. A mí lo que me llama la atención es que la víctima no mostró resistencia, me resulta muy extraño…
Según avanzaba la cosa, el caso me iba teniendo cada vez más perplejo.
¿Por qué no mostró resistencia al asesino? Y sobretodo, lo que más llamaba mi atención, ¿por qué el asesino le había cambiado de ropa?
Curioso, muy curioso.
-Señor Cortés, quiero hacerle una pregunta, si no es molestia, -me dijo Esteban.
-Adelante.
-¿Qué cojones vamos a hacer ahora? ¡Nos están matando uno a uno! ¡Uno de nosotros será el siguiente!
-Tranquilo, el asesino no actuará más hoy.
-¿Y eso como lo puede saber usted? –quiso interrogarme Buin.
-Por si no lo ve, está amaneciendo ya, nuestro amigo asesino no será tan idiota como para actuar de día, nos sería más fácil pillarlo. La ayuda que te pueden prestar las sombras de la noche para estos actos delictivos no se pueden ignorar…
-Si usted lo dice…
-Bueno, ahora debemos buscar una lona, manta o similar y envolver el cuerpo de Mister XI, es lo mínimo que podemos hacer.
-Eso podré hacerlo yo personalmente, confíe en mí señor Cortés.
Fue Radamael quien dijo esto.
El mayordomo no se veía afectado por la muerte de su señor, su mirada fría y calculadora, aquella con la que infundió tanto miedo en Rosa y en mí seguía intacta.
En parte, se parecía a mí, era insensible, aunque yo solo cuando la situación lo requería…
-Aquí tiene, es una manta del señor, aquí pueden envolver el cuerpo.
Envolvimos el cuerpo y lo llevamos su habitación. Cerramos todo con llave, puerta y ventanas, y depositamos el cuerpo en la cama.
Regresamos al salón.
Allí, llegarían nuevas sorpresas…

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